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Al infierno con el cielo, un teatro de futuro

  • Olatz Viejo
  • 13 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

La empresa Zitek lanza una nueva estrategía para llegar a su público más joven


En el centro de la UPV/EHU, a pocos metros de la facultad de tecnología, se encuentra el Aula Magna que ayer, gracias a la colaboración de varios profesores, acogió a la empresa Zitek, creada para el desarrollo de ideas de personas emprendedoras. Los alumnos de segundo curso de periodismo entraron a una sala, oscura. Dos luces de color rojo y azul iluminaban la parte izquierda y derecha creando una división lumínica. Expectación. Sonrisas. Nervios. Un chico esperaba en el centro, al final de las butacas y les instó a tomar asiento. Nada más empezar a hablar, avisó de que el recorrido lo elegirían ellos. Dos puertas. Una hacía el infierno, otra hacía el cielo. ¿Cuál elegir?


La sala comenzó a dividirse en dos grupos algunos se avecinaron hacia la puerta del infierno mientras que otros, temerosos, hacía el cielo. Una chica con un atuendo un tanto angelical, de estilo griego, esperaba en la puerta del cielo con una sonrisa. En un atril tenía unas máscaras y unos mandos minúsculos que poco después repartiría. Sus palabras fueron firmes y dulces, los alumnos cernieron toda su atención en ella, y entonces está pregunto: ¿Qué habéis hecho para estar en el cielo? El silencio elevo la tensión del ambiente y todos se miraron entre sí en busca de una respuesta. Todo cambió cuando la chica angelical miro fijamente a la compañera de la derecha apoyada en la pared cerca del atril. Ante la urgencia de respuesta la chica no se le ocurrió nada. Su respuesta vacía le conllevo a que se quedara fuera del cielo.


Los alumnos atemorizados por si les preguntaban, retorcían sus manos y miraban al suelo para pasar desapercibidos. No obstante, nunca llegó el turno para ninguno, la chica angelical dio la bienvenida a todos, sellando la mano derecha de cada uno y entregándoles un mando que pronto tendría una finalidad. Después de traspasar la entrada, conocieron más chicas angelicales, todas vestidas de la misma manera, trajes blancos y largos, con coronas de laurel. Repartieron bebida y comida, hablaron del cielo, de sus ventajas, de la elección tan propicia que habían elegido. Todos eran buenos, según ellas, pero realmente ¿eso era suficiente?

Todas las miradas se abalanzaron en el chico vestido con atuendo de portero que sin querer tiró una copa al suelo. El silencio que se formó hizo que todo adquiera una importancia desmesurada, la chica angelical, dejo su dulzura a un lado y profirió un grito de indignación. Estupefactos ante la reacción, nadie quiso intervenir, se quedaron callados, rezagados, sin saber qué hacer. Entonces la chica se dirigió a ellos y dijo: ¿Vosotros queréis a gente así en vuestra vida? ¿Incompetentes?


Incompetentes. Ahí estaba la clave de todo. A partir de ese momento todo se centraba en la incompetencia de las personas, su eficacia, ambición y futuro. El hombre de traje fue llevado a una “Silla eléctrica” donde los mandos al fin tendrían su minuto de protagonismo. La chicas angelicales, no perdieron el tiempo en preguntar la opinión de los muchachos, simplemente mandaron apretar el botón y asesinar a ese hombre. Nadie dijo nada, todos se miraban entre si asintiendo. Finalmente una chica habló, dijo que no quería hacerlo, y tomó el lugar del chico.

Las chicas angelicales se metieron por unas de las puertas que había y con un gesto todos los alumnos fueron detrás. Aparecieron en mitad de un pasillo, donde los combatientes del infierno esperaban la presencia del cielo entre gritos y abucheos. Alumnos contra alumnos, el infierno contra el cielo.


Era necesario cumplir las pruebas establecidas para poder ser el rey del lugar, nada más acabar las pruebas los alumnos del cielo se proclamaron ganadores y subieron las escaleras a lo que sería el premio. Todos los alumnos entendieron sin duda de qué se trataba el juego, el infierno correspondía al emprendedor, aquella persona que tiene que pasar reuniones y papeleos infernales para después sentirse libre y llevar a cabo el proyecto de su vida. El cielo, por su lado, representaba a los trabajadores, personas que simplemente obedecen órdenes, que no tienen voz ni voto. El desarrollador de Zitek aprovechó para dar a conocer la empresa, animo a todos a crear nuevos proyectos y a llevarlos a cabo sin tener en cuenta las dificultades para ello. Comunicó ser un mediador para esas personas emprendedoras y mencionó todas las ventajas que podían sacar si se atrevían a ello.



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